24 de octubre de 2018
Es que no debería uno nunca salir ni de su casa.
Conozco una señora que se quejaba de la frialdad de los bogotanos y de que se creen que saben de salsa porque tienen a La 33. Le hacían falta los pandebonos (que allá tienen bocadillo y además valen mil) y el sancocho, la chuleta, la familia, la rumba. Sus hijos se habían vuelto como extraños, con acento rolo y diciendo frases como: “ay oye, tan tocada tu”.
En la casa de uno es el único lugar donde se está cómodo, se sabe a la perfección palear las dificultades, todos lo quieren a uno como es, nada le falta.
Pero lastimosamente a uno no le basta.
A uno le da por casarse, por irse lejos, lo más lejos posible, por interesarse por las otras culturas, cuando lo único que le hace falta a uno en…
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