“Y en fin, ¿será que el televisor, el computador y los restaurantes de comida rápida son el destino final de nuestro (precioso) tiempo libre?”
Abril de 2018
La vida de un ser humano de ciudad se divide entre correr de un lado a otro y hacer cosas que, de haber tenido la sabiduría para evitarlas cuando era más joven, no haría. Es una mirada perdida en un metro, nostálgica y a veces resentida, que busca el sentido de su vida y no siempre lo encuentra. Entonces tiene hijos, espera para estos lo mejor, pero aún vive en el mismo sistema. Sus hijos, saltando cercos entre los mil peligros de la ciudad, se sentirán más perdidos que sus padres, y no irán a verlos con gusto, porque les reprocharán que algo les faltó.
Esperanza.
Nacieron sin que se lo preguntaran.
Entonces, ¿no nace el hombre libre?
Pues resulta que el hombre nace libre pero se vende a un chantaje bastante fácil: el miedo.
Miedo a no tener suficiente, miedo a fracasar, miedo a ser rechazado…
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